Un impacto económico llamado coronavirus
En la crisis, sé consciente del peligro, pero reconoce la oportunidad. -John F. Kennedy
La mancha del avance del coronavirus en todo el mundo ha obligado a los gobiernos recurrir a medidas de salud pública, como el distanciamiento social, para interrumpir la propagación de contagio. Estas acciones han arrastrado a que las personas frenen su consumo, por lo tanto, la economía se ha estancado de manera peligrosa provocando el temor a una recesión económica mundial. Este temor se ha extendido igual o más rápido que el coronavirus mismo.
Esta situación no parecía viable hace algunas semanas, a medida que la pandemia se hacía latente en las diversas latitudes del mundo, en nuestro país manteníamos un ojo atento al tema de salud, pero también en las atmósferas de los mercados se presupuestaban las repercusiones probables que esta situación nos acarrearía.
Una pandemia de niveles nunca vistos supone de manera lógica una crisis económica de magnitudes desconocidas, nombrarla tal vez añadiría más claridad a las sombrías especulaciones.
Aspectos que aún no conocemos con certeza
- Las propiedades del virus no se entienden completamente y podrían cambiar.
- El papel de los pacientes asintomáticos todavía se entiende imperfectamente.
- Por lo tanto, las verdaderas tasas de infección e inmunidad son inciertas, especialmente cuando las pruebas son limitadas.
- Las respuestas políticas son desiguales, a menudo se retrasarán, pero hoy se perciben pasos en falso.
La ventana de oportunidad que representa el distanciamiento social, es el enfoque más eficaz para evitar la propagación de la epidemia, una oportunidad que se perdió en Hubei y de la cual China aprendió para no perderla en el resto de su país, Italia fue el primer país Europeo en perderla, junto con ella España, en América la situación más preocupante la presentan los Estados Unidos, que por temas políticos (las elecciones y displicencia de su presidente) se hundieron en una catástrofe médica con su principal epicentro en Nueva York.
Pero desde el enfoque económico, el tema de una recesión es binaria, contundente e incluso brutal, clásicamente las crisis financieras paralizan desde el lado de la oferta, una situación que hemos aprendido a lidiar, el tema ahora es que el coronavirus extiende los problemas a la liquidez y los capitales.
Los riesgos de impactos sin precedentes ya han generado muchas especulaciones en los mercados de capitales, si persisten los problemas de liquidez, aparecerá la necesidad de apoyar o “rescatar” ciertas empresas, un tema que además de polémico ya la 4T dejó en claro su postura, pero si bien en los aspectos políticos los dejamos de lado, un sistema estresado por la falta de liquidez poco a poco nos ira llevando a una caída prolongada con afectaciones a que las empresas no puedan aspirar a créditos, dañando su formación de capital y esto al final frena su crecimiento.
Esto no seria sino solo dos eslabones de una cadena que después evolucionará en una economía paralizada, ya que los consumidores también verán afectado su crecimiento de forma inmediata, aquellos que estaban débiles sufrirán, pero aun aquellas empresas saludables serán puestas a prueba, ya que sin liquidez ni crecimiento el horizonte será la quiebra de muchas de ellas, sin mencionar que la erosión será aún mayor en las empresas medianas y pequeñas.
Ahora la pregunta que queda es: ¿existe un punto medio?
Todos los escenarios que planteo pueden variar en diferentes geografías de nuestro país, pero la mayoría serán inevitables, aunque tal vez no de manera lineal, el llamado a la innovación y la resiliencia por diferentes frentes es más que obvia, pero estas herramientas ¿qué solución nos darán al dilema que representa?,
¿Existe un equilibrio entre lo poco atractivo de arriesgar vidas y provocar la miseria económica?